Ahora bien, para llegar a obtener este resultado con naturalidad, tanto alumnos como docentes debemos estar habituados al uso de plataformas digitales, a comunicar en este tipo de entornos (preguntando, compartiendo, reflexionando), a entregar tareas digitales, a participar en videoconferencias, a elaborar de productos digitales,…
En definitiva, hay que profundizar y trabajar a fondo a diario la competencia digital de los estudiantes, al tiempo que como docentes debemos estar formados de manera permanente, tanto metodológicamente como en todo lo relacionado con la tecnología en el ámbito educativo, para poder diseñar, propiciar y gestionar este tipo de escenarios de aprendizaje digitales.
Los docentes que llevamos más de una década aprendiendo, introduciendo la tecnología en el aula y debatiendo sobre “El uso de la tecnología en la educación y el aprendizaje hoy” somos conscientes de la importancia de la tecnología educativa. Hoy más que nunca, en esta situación desconcertante que nos ha tocado vivir por el COVID-19, se antoja imprescindible.
Los que otrora fuimos etiquetados como «profesores frikis» (en alusión a los profesores «raros» que usaban la tecnología en educación), incluso ayer mismo en tono cariñoso me decía una compañera docente universitaria que necesitaba ayuda de un profesor «friki», en estos momentos, y hablando con propiedad, deberíamos ser etiquetados de manera legítima con el nombre de «docentes digitalmente competentes«.
¿Friki o digitalmente competente? Sinceramente no me importa, en absoluto. La etiqueta es lo de menos. Lo realmente importante es el aprendizaje de nuestros alumnos y, hoy día, la competencia digital es un ingrediente básico del menú de la Educación del siglo XXI. A partir de aquí… que cada docente elija su camino. Eso sí, sin olvidar que ese camino que elijan marcará la senda de aquellos por los que transitarán sus alumnos. Está en sus manos que esos caminos sean empededrados, carentes de servicios y llenos de obstáculos o, por el contrario, amplias y despejadas autopistas, repletas de los mejores servicios para el aprendizaje. Yo, lo tengo claro. Hace una década, usar la tecnología en el ámbito educativo podría ser una opción. Hoy, año 2020, es una obligación.
Lo anterior no es una simple valoración personal. Por supuesto, no tienes la obligación de creerme a mí; pero sí a todas las administraciones educativas y a los distintos organismos internacionales. Entre ellos, la Comisión Europea afirma: Competencia digital: la habilidad vital del siglo XXI para el profesorado y el alumnado.
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