Quiero aportar mi granito de arena y expresar mi modesta opinión en el debate abierto acerca de la Evaluación en los nuevos modelos didácticos de aprendizaje generados por la llegada de las TIC al aula (gracias TIC, ya era hora de que llegáseis para cambiar o al menos, suscitar debate en torno a este sistema arcaico usado en las aulas durante siglos).
El debate ha salido de nuevo a flote, tras el V Congreso Internacional EducaRed, al que desafortunadamente no he podido asistir. Si que he tenido la oportunidad de participar con 2 experiencias en la modalidad virtual.
La verdad es que con las magníficas crónicas gráficas realizadas por Salvador Llopis y Juanma Díaz en educ@conTIC y los amigos José A. Martín, Paco Tejero y José Luis Castillo de Profeblog, me han transportado mentalmente hasta allí.
El tema de la Evaluación, es un tema, que como se ha indicado en el Congreso, debe florecer, reactivarse, renovarse y adaptarse a los nuevos modelos de aprendizaje del alumnado.
Pero no solo debe modificarse, por la introducción de las TIC en aula.
Ya, en los años 70 del siglo XX, la Unesco recomendaba reformular el modo en qué se daba clase en las aulas y anunciaba que debería ir cambiando y preparándose para dar una formación integral a los jóvenes, que serían los profesionales y los ciudadanos del siglo XXI, un siglo que no tendría nada que ver con sus antecesores, en cuanto a velocidad de los acontecimientos y a competitividad.
Es por ello que se pensó en reformular los objetivos a conseguir en términos de capacidades. Estas capacidades debería ser adquiridas por todos los jóvenes al acabar su formación obligatoria, garantizándose con ello el ejercicio de ciudadanía activa de los mismos. A estos nuevos modelos de reformulación de los objetivos que debe cumplir el sistema educativo se han adaptado, de manera bastante rápida, países como Finlandia cuyo éxito es más que evidente en el campo educativo, contando incluso con bastantes menos horas lectivas que el sistema educativo español.
En España, el cambio normativo en términos de capacidades llegó, de la mano de la LOE, en 2006, donde se establece como objetivos principales la adquisición de las 8 competencias básicas fundamentales por parte de todo el alumnado que finalice la educación secundaria obligatoria.
Según la propia LOE, «cada materia contribuirá al desarrollo de todas las competencias básicas, mediante el trabajo de los contenidos de la propia materia y, a su vez, cada una de las competencias básicas se alcanzará plenamente mediante el desarrollo de todas las áreas o materia del currículo»
¿Y todo esto que tiene ver con la Evaluación? – preguntarás –
Pues te lo explico brevemente. No hay mejor manera de adquirir capacidades que trabajando tareas, proyectos y problemas que acontecen en la vida cotidiana, no trabajando ejercicios guiados, graduados en dificultad, de aplicación directa de los conceptos.
Bueno, ¿y qué pasa? – seguirás preguntándote –
Pues que hoy en día, aunque el marco normativo se ha adaptado al modelo de adquisición de capacidades, en las aulas no hada variado casi nada, solo un mínimo porcentaje de alumn@s trabaja con proyectos, tareas y problemas de la vida cotidiana.
Y tanto para los que trabajan como para los que no trabajan, con este tipo de actividades innovadoras, al final, se evaluan mediante prueba escrita con papel y bolígrafo.
Entonces, ¿qué tenemos?
– Marco normativo actualizado
– Un mínimo de innovación en las aulas, con gran despliegue de medios técnicos y humanos, para realizar el despegue.
– Misma forma de EVALUAR.
Bueno, pero esto ya lo sabía – pensarás –
Si pero esto no es todo, luego resulta que, llega PISA, Pruebas de Evaluación de Diagnóstico y otro organismos evaluando y estableciendo comparativa entre sistemas educativos de diferentes países y regiones.
¿Pero cómo evaluan estos organismos internacionales y las distintas agencias de evaluación de las administraciones educativas?
Pues evaluan realizando exámenes, acorde al marco normativo vigente. En estos momentos, evaluan en base TAREAS, no a ejercicios desglosados en apartados, de modo que uno, tras otro, tras otro, tras otro, lleve a la solución final.
No se está preparando a los jóvenes para actuar ante el mundo real, en muchos casos, en la mayoría diría yo, los preparamos para que promocionen en la E.S.O, para que aprueben Selectividad, para que aprueben la última asignatura de la carrera, pero se está haciendo mal, muy mal y no debería seguir ocurriendo durante mucho tiempo.
He leído un artículo, que dá mucho que pensar. Resumo:
«Asignatura de una facultad, con alto índice de aprobados, recibiendo clases magistrales. Se le realiza evaluación en términos de capacidades, que dan como resultado que sólo un pequeño porcentaje del alumnado ha aprendido algo.
Respuesta del profesor: Es que con el tipo de examen, que habeís puesto, los chic@s no lo entienden. Deberíais de preguntar problemas con apartados.
Respuesta de los evaluadores externos: En el mundo real, los problemas aparecen de golpe, no por apartados»
Tras todo esto, planteo lo siguiente:
– ¿Es correcta la métrica que se usa para evaluar las distintas áreas del sistema educativo?
O mejor dicho, ¿no sería más eficiente que preparásemos y evaluásemos en términos de capacidades como explicita el marco normativo y no en base a ejercicios guiados?
– ¿Puede estar ocurriendo que las pruebas de evaluación de los sistemas educativos, utilizadas por los distintos organismos, ejemplo PISA, y administraciones, sean totalmente diferentes a cómo se evalua en el día a día de clase?
– ¿Entienden realmente los alumn@s lo que se le pregunta en este tipo de pruebas?
Es como si nos presentamos a un examen creyendo que es tipo test y luego nos los ponen con preguntas de desarrollo y razonamiento, ¿no crees?
– ¿Habrá que dudar y poner en cuarentena los indicadores que nos situan a la cola en todo, en tanto en cuanto no se utilice la misma métrica en el día a día, que usan las agencias de evaluación?
El debate queda abierto.
Hola Luis Miguel y participantes.
Por supuesto, también te agradezco la cita.
Efectivamente, es tiempo de hablar de evaluación, como digo en mi post en educacontic, el tema se elude constantemente. El problema es el miedo, no hay por dónde cogerlo sin «pringarse». Los cambios en educación son complejos, pero hasta el momento no han sido comprometidos. Cambiar metodologías, objetivos, etc, no es problema. Y no lo es porque el verdadero cambio lo supone la evaluación. Con la evaluación tradicional, las administraciones y los docentes han hecho uso de un sistema estable y sin fisuras. ¿Por qué? Pues, es sólido porque es sencillo y sobre todo tradicional, es decir, se viene usando desde tiempos inmemoriales y por lo tanto se hace indiscutible. Pensemos en la revolución que supondría cambiar todo el sistema de evaluación, afectaría a los padres (a los que el cambio de metodología apenas le afecta), afectaría a profesores (ahora la nueva metodología ya no sería algo experimental sino evaluable, dejaría de ser un «juego») y revolvería su forma de trabajar amarrada en la comodidad del cumplimiento del currículo, afectaría a las administraciones, que con el sistema tracidicional, como ya habéis dicho se ha cubierto muy bien las espaldas ante posibles reclamaciones, afectaría a los alumnos: a los que les va bien este sistema, protestarían (ante la inseguridad del nuevo) a los que no les fuera bien, se quejarían ( a lo mejor con el otro sistema hubieran aprobado)…. Así podemos seguir. Tenéis mucha razón, ahora ya no hay escusas, el sistema tradicional de evaluación está rodeado por el plan 2.0 y por la evaluación de competencias y no tiene más solución que sucumbir. ¿…Pero, quién coge la patata caliente?
Menudo regalito de reflexión para un sábado noche… Es complicado dar respuesta a tus preguntas más o menos retóricas, quizá porque en el resumen previo se dan las claves para comprender que estamos en un callejón sin salida. Las pruebas de nivel o de acceso no pueden dar cuenta de los progresos de un alumno en el duro camino del aprendizaje. Siempre pongo el ejemplo de dos alumnos distintos: uno con altas capacidades, que no hace absolutamente nada, más que molestar en clase, y otro con una capacidad limitada pero con gran esfuerzo a la hora de trabajar en el aula. ¿Quién de ellos superaría las distintas evaluaciones estándar? ¿A quién evaluamos realmente con esa prueba: al alumno en sí, a su capacidad, al sistema educativo…? Es habitual entre los docentes catalogar con bastante acierto a los alumnos desde el primer día por sus capacidades y su correspondencia con los criterios de evaluación («éste llegará, éste no…»)y sin embargo nadie se plantea poner en cuestión esos criterios de evaluación y sustituirlos por competencias, por conjuntos de destrezas encaminadas a conseguir ciudadanos, no «jóvenes rellenadores de exámenes».
Es complicado salir de esa metodología de evaluación, quizá porque la administración, para no pillarse los dedos, mantiene los objetivos y las competencias al mismo nivel. Tal vez la única salida razonable es convertirse en «forajido docente» y arriesgarse a enseñar a los alumnos destrezas básicas sin sentirse coaccionados por los currículos. Y ahí, la evaluación consistiría en la elaboración de tareas, tareas que el docente tendría que saber hacer, por supuesto.
Un saludo.
Me alegro de tu buena acogida, José Luis. Tú mandas, si quieres Twitter, Twitter, sino Colabora, sino TeamBox, Grupo de discusión de Google, lo que quieras, estaría encantado de participar.
Ya tenía ganas yo de que se hablara claro de este tema de una vez.
Antes de salir los planes de Escuela TIC 2.0, la verdad, es que era difícil que en cualquier foro del ambito académico, te aceptaran alguna propuesta de evaluación distinta a la tradicional, porque los profesores que trabajaban con las TICs en el aula eran/mos poco menos que bichos raros.
Desde el mismo momento del lanzamiento de estos proyectos a nivel estatal, todo ha dado un giro de 180º y será al revés, si todo va bien que espero que si, los bichos raros serán los que no las utilicen/controlen y además pobres de ellos y de su alumnado.
Por tanto, es el momento de plantearse un cambio de mentalidad, que como bien comento en el post, ya se debería haber producido, porque hay avisos desde los años 70 por parte de la UNESCO y porque nuestro marco normativo, ya lo anuncia, aunque si que es verdad que ni por asomo menciona de manera explícita, una apertura de los criterios de evaluación y los sigue realizando en base a objetivos de cada materia. Vamos un poco tarde, pero aún estamos a tiempo.
Quizás, en Matemáticas, otra vez tenga que elogiar lo que se indica en el currículo andaluz, que establece la Resolución de Problemas como núcleo principal de toda la materia. Otra vez vamos por delante, al menos en normativa. Las intenciones son buenas y están bien encaminadas.
Es por ello, que insisto una y otra vez, que no me cuadran tan malos resultados en los informes, cuando todo lo que se indica como modelo a seguir o bien ha arrancado ya en Andalucía o está ya más que consolidado.
El mismo PISA augura que sólo el 6% del fracaso, es achacable a la metodología didáctica usada por el profesorado en clase, dato que tampoco me cuadra mucho.
Por todo ello insisto, quizás el problema esté en el instrumento de medida, o quizás no y realmente sea cierto que nuestro sistema hace aguas, pero me gusta dudar, y además tengo argumentos para ello. Permitáseme la duda.
Por tanto creo que es el momento de recoger todo lo que se hace, de manera que se pueda recoger otro modo de evaluar más flexible y este si que atendería a la diversidad real.
Así que ánimo, encantado de que mis preguntas sirvan como comienzo de la dinamización del debate, y si es 2.0 mejor que mejor, así ahorramos combustible y el medio ambiente también sale ganando.
Un abrazo.
¡Hola Luis Miguel!
Lo primero, gracias por la cita. 🙂
Lo segundo, que yo creo que va siendo hora de que se haga un congreso sobre evaluación. Pero no el formato de congreso que hemos sufrido en Educared, no. Un congreso de verdad, permanente y 2.0. ¡Con lo fácil que es crear una pequeña taxonomía de hashtags (twitter, pero mejor identi.ca)! E ir aportando a lo largo de un tiempo enlaces a lo que vayamos descubriendo o escribiendo de evaluación. Pero no de lo que leemos, sino de lo que hacemos. Incluido lo equivocado. Mejor dicho. Principalmente lo equivocado, que es de donde más se aprende.
Un congreso virtual en el que un buen puñado de gente se ponga por escrito, represente con letras sus acciones. Yo no sé cómo evalúas tú ni tú cómo hago yo, pero está claro que la evolución de la evaluación va a venir de intercambios de experiencias, de rebajar esas barreras de desconocimiento mutuo. Es que creo que hay una brecha entre la cercanía que ya vamos teniendo bastantes docentes a través de las herramientas 2.0 en las que nos vamos encontrando, y los esfuerzos individuales que mantenemos en nuestras aulas. No tiene por qué seguir siendo así, esa brecha se puede cerrar.
En ese sentido, creo que tus preguntas finales podrían servir como guía inicial para los hashtags de twitter. E ir allí reuniendo los enlaces a las respuestas que vayamos dando. Y también tratando de que se hagan presentes más docentes, agregando gente a la idea poquito a poco.
Y, bueno, llegará un día en unos mesecitos en el que habrá suficiente material para tratar de sistematizar a la vez que de recoger la diversidad (antes llamada discrepancia, jejeje).
En fin… ¿Qué opinas?
Saludosssss…. 🙂