junio 4, 2013

Tabletas en el aula: Vísteme despacio, que tengo prisa. Enfoque de opinión para el Observatorio Scopeo.

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Hace varios meses,  Silvia Martín (Coordinadora de SCOPEO) me invitó a  colaborar con un enfoque de opinión en el boletín del Observatorio. Dicho enfoque lo orienté a reflexionar acerca del proceso de integración de las tabletas en el aula.  

Ahora que se acerca el final de curso y llega la época de la reflexión, he considerado conveniente traerlo a este espacio y compartirlo contigo.

La imagen siguiente enlaza con el artículo original. Gracias a Silvia y SCOPEO por esta invitación.

 

 

{Qué (x), Cómo (y), Cuándo (z)} o el viejo arte de enseñar… con tabletas (t) digitales.

Luis Miguel Iglesias Albarrán @luismiglesias

Profesor de Enseñanza Secundaria y Bachillerato de Matemáticas en Andalucía

El reto

Vaya reto se plantea por delante a un docente del siglo XXI a la hora de resolver un sistema de ecuaciones con estas cuatro variables educativas {x,y,z,t}. Aun no siendo para nada sencillo, tengo la fortuna de conocer a muchos colegas que darían lo que fuera por tener que enfrentarse a su resolución a diario. Ello sería indicativo de que la vanguardia tecnológica está presente en sus aulas y que, tras Escuela 2.0, habría llegado apenas sin solución de continuidad el programa equivalente en tabletas.

De otra parte, nos encontramos con la existencia de otro colectivo de docentes y agentes del sistema educativo que, por uno u otro motivo, abogan por una reflexión profunda y meditada de la trayectoria recorrida en la que a la incorporación de la tecnología educativa en las aulas se refiere.

¿Por qué no una evaluación? Sinceramente, no creo que se dispongan de datos cualitativos ni cuantitativos que fuesen capaces de sostener tesis alguna en uno u otro sentido respecto a lo andado hasta el momento en lo que a planes de implantación de tecnología en el sistema educativo español se refiere. Desafortunadamente, en el ADN de nuestro querido país, la fragilidad del cromosoma de la evaluación es bastante evidente.

Sea como fuere, ante esta dos situaciones y, parafraseando a un buen amigo con cierto talante conciliador, cuando observaba la inexistencia de acuerdos al respecto en nuestra pandilla afirmaba con contundencia: “todos llevamos razón, en parte”. Ello bastaba para que, tras un breve tiempo muerto, llegásemos a un acuerdo. Mucho me temo que estas no son las condiciones iniciales para nuestro sistema de ecuaciones educativo. Su complejidad es mucho mayor.

¿Entonces? ¿Qué ocurrirá? Pues no sabemos. Lo que sí está meridianamente claro es que en la serie de modelos de implantación de las TIC en el ámbito educativo español: aulas de informática, aulas ordinarias con ordenadores cada dos alumnos, luego netbooks (1×1), más tarde pizarras digitales,… el siguiente término sería: tabletas digitales. Al dejarse de fabricar netbooks, no existen muchos candidatos que opten a ocupar este puesto. Y si su aterrizaje en la escuela aún no se ha producido puede ser debido, entre otros factores, a que la crisis económica que nos acucia nos ha hecho detenernos, ponernos a reflexionar y, por supuesto, hacer desaparecer la idea de comprar nada. Y es en esta fase donde nos encontramos. Al menos, de momento.

Análisis de las variables

Si ánimo de ser exhaustivo, tengamos en cuenta algunas consideraciones respecto a las variables en juego en este reto:

Qué enseñar (x). Para seguir impartiendo exactamente los mismos contenidos y de la manera que se ha venido haciendo hasta ahora en la mayoría de las aulas, puede resultar más que suficiente la dotación tecnológica existente en los centros.

Cómo enseñar (y). El planteamiento de las sesiones, las tareas a diseñar para que el alumno las desarrolle, así como los flujos de interacción humanos en el aula deben evolucionar de manera firme y decidida hacia dinámicas participativas basadas en la colectividad. Una tableta no es un ultraportátil, ni para lo bueno, ni para lo malo. Asimismo, es necesario disponer de un banco de lecciones, planes de clase, en definitiva, recursos didácticos elaborados de manera expresa para el aprendizaje con este tipo de dispositivos, que a día de hoy no existe. Esto es, propuestas didácticas centradas en el estudiante como requisito imprescindible para un correcto aprovechamiento educativo de las tabletas.

Cúando enseñar (z). Ni los tiempos del proceso de enseñanza-aprendizaje, ni las actividades a programar para sesiones de trabajo con tabletas coinciden con la temporalización que los docentes elaboramos para trabajar con otros dispositivos y metodologías. Se hace necesario recalcular los tiempos de clase, sin olvidar el qué y el cómo enseñar; un nuevo enfoque a las programaciones didácticas y de aula. No es un ejercicio sencillo este pero, llegado el escenario hipotético de aterrizaje de las tabletas en el aula, no habría más remedio que abordarlo.

Tabletas digitales (t). Si últimamente oímos hablar tanto de tabletas como el candidato idóneo para erigirse como el dispositivo rey en el aula, como se ha mencionado, no es debido principalmente a que la solución a todos los problemas del sistema educativo esté exclusivamente en manos de este tipo de aparatos. ¡Ojalá fuera tan fácil!. Ello es debido fundamentalmente a la inexistencia de otros dispositivos tecnológicos candidatos en estos momentos ¿Y los smartphones de los que disponemos docentes y muchos de nuestros alumnos, no podrían valernos?. Quizás debamos replantearnos el veto expreso hacia los mismos sobre su utilización en los centros educativos, educar en su uso correcto y ponerlos de nuestra parte en el plano educativo.

De otro lado, sería un error esperar que una tableta se comportase como un ordenador portátil. Las personas que buscan una funcionalidad equivalente en ambos aparatos pueden sentir cierto nivel de frustración. Las tabletas facilitan la implementación de modelos didácticos de aprendizaje centrado en el estudiante. Son dispositivos destinados a complementar los ordenadores, no a reemplazarlos. Si se desea introducir tabletas en el aula se ha de tener muy clara la necesidad y apuesta decidida por generar modelos de aprendizaje activos. El impacto de las tabletas en los rendimientos escolares será realmente significativo cuando se haga algo diferente con ellas. En otro caso, el éxito en la integración será efímero y el viaje no habrá merecido la pena.

En definitiva, es imposible enseñar los mismos contenidos, de la misma manera y en el mismo tiempo cuando se introducen tabletas en el aula. El diseño de nuevas dinámicas y la planificación del trabajo de aula para sacar todo el jugo educativo a estos dispositivos requiere de una minuciosidad y una preparación pedagógica y tecnológica mucho mayor a la que se necesita por ejemplo en el trabajo con otros elementos como, por ejemplo, las pizarras digitales.

Más apuntes…

A todo lo anteriormente mencionado en el plano didáctico/pedagógico, debemos añadir problemas no resueltos en anteriores modelos, así como otros aspectos a considerar:

+ Conectividad. Las tabletas sin una adecuada conexión a la red,… son de poca, escasa o nula utilidad.

+ Sostenibilidad. Un plan de soporte informático articulado en los centros educativos es complejo. Son dispositivos bastante sensibles y con una configuración no estandarizada y nada trivial.

Calidad/precio. Las mejores tabletas no son las de mayor coste, pero tampoco las más económicas. Si hace necesario evaluar los pros y contras que presentan cada una de ellas y las bondades de los distintos sistemas operativos móviles. ¿iOS vs Android? En estos momentos, a nivel mundial las cuotas de mercado son: Android 75,0% frente al 15 % de iOS, aunque en países como España las diferencias son más significativas, donde Android tiene el 87%.

+ Las tabletas están diseñadas y enfocadas principalmente a un uso personal, monousuario, frente a las posibilidades multiusuario que nos ofrecen netbooks y PCs.

¿Tabletas gestionadas por los centros o gestionadas por las familias? ¿Dormirían en los centros educativos o en los hogares? Cuidado con la aceleración a la hora de enunciar una respuesta, el proceso de aprendizaje en pleno siglo XXI no debería acabar en el aula. Los útiles de aprendizaje han de estar accesibles para el alumnado en todo momento. Analicemos pros y contras en primer lugar y, luego, decidamos.

No caer en la tentación de diseñar actividades ‘appcéntricas’. Ni la herramienta (app), ni el dispositivo (tableta) es lo importante. No lo olvidemos. Lo principal no es el dispositivo ni la herramienta, sino lo que seamos capaces los docentes de que los chicos hagan y aprendan con ellas mediante las actividades que diseñemos y llevemos a cabo.

+ Posibilidad de descarga de cualquier aplicación o elaboración de un catálogo que atienda con cierto orden a una determinada taxonomía. Si quiero hacer tal cosa… utilizaremos estas apps.

¿Por qué seguir prohibiendo móviles? ¿Qué diferencia en cuanto peligrosidad/intimidad/distracción presentan los mismos frente a las tabletas? ¿Podría convivir una hibridación de dispositivos en las aulas o sería excesivamente complejo de manejar?

+ Necesidad de definir e impartir módulos de desarrollo profesional docente que permita a los profesores incorporar los dispositivos en los procesos de enseñanza-aprendizaje con garantías, lo cual es muy diferente a probar algunas aplicaciones.

+ En caso de llevarse a cabo un proyecto educativo de introducción de tabletas u otros dispositivos en las aulas, establecer indicadores/hitos que permitan evaluar desde el minuto 1 aspectos relativos a formación del profesorado, nivel de integración en los procesos educativos, mejora de rendimientos escolares al introducir estos dispositivos, factores que favorecen/perjudican la buena/poca acogida como pueda ser la conectividad, …

+ Es frecuente encontrar en las conclusiones de distintas experimentaciones realizadas con tabletas el “aumento de motivación” de los denominados por algunos sectores como nativos digitales. Para mi #jovenesXXI ni más ni menos, con sus virtudes y defectos, pero, nada más, simple y llanamente chavales del siglo XXI. Como docente pienso que sería un error quedarnos únicamente en esta consideración, necesaria, pero no suficiente. Para aumentar la motivación de nuestros chicos hacia el aprendizaje, los docentes tenemos muchas más herramientas, por supuesto más económicas y con un componente humano mayor sin necesidad de recurrir a incluir tecnología en el aula.

Conclusiones

Si hacemos una lectura de todo esto, comprobaremos que hemos dado un paso importante, nada despreciable. Estamos en espera de ver quién es el próximo dispositivo que entra en el aula. Esto es, no discutimos ya si debe entrar o no alguno. ¿Quiere ello decir que el debate ‘Por qué TIC en Educación’, podemos cerrarlo definitivamente? ¡Ojalá fuera así, y de una vez por todas la tecnología fuese transparente (invisible) en los procesos educativos!

Quien escribe, considera que la experiencia no es más que un proceso de depuración de errores. Un proceso de depuración que correctamente retroalimentado permite seguir aprendiendo, avanzando, mejorando y, en definitiva, creciendo. De ahí que, tras echar una mirada hacia atrás piense que, tal vez, el modelo de penetración de las tabletas en el aula deba pasar por distintas fases realizando pilotajes documentados integrales a pequeña escala.

Esto es, en vez de optar por un modelo de formación masiva del profesorado en manejo de ciertos modelos de tabletas y determinadas apps para cada materia, por analogía con los modelos de formación realizados para Escuela 2.0 y sus variantes en las diferentes comunidades autónomas, quizás, pienso que tendría mayor calado la realización de experimentaciones didácticas en ciertas aulas y con unos cuantos docentes en cada centro. Así, las experiencias obtenidas en un contexto concreto en cada centro se pueden aprovechar para depurar y seguir avanzando en la implementación en el resto de aulas del mismo. En este modelo, los centros deberían documentar los éxitos y fracasos de/l los grupo/s piloto/s y, en base a ellos, utilizar las mejores prácticas de base para la expansión al resto del centro.

Lo enunciado anteriormente es una propuesta de un docente, quien escribe, convencido de la utilidad, fortaleza y repercusión directa que el modelo formativo de experimentación didáctica en el aula tiene sobre los procesos de enseñanza-aprendizaje. Sino este, otro, el que sea. Eso sí, debiera ser un plan articulado pero teniendo como premisa principal la formación inicial del docente antes de inundar las aulas con nuevos dispositivos. Todos sabemos que las prisas no son buenas consejeras y ya acumulamos cierta experiencia en tecnología educativa. Sinceramente, creo que un déjà vu de un considerable coste económico y otras tantas ilusiones truncadas haría mucho daño al sistema educativo y, por ende, a la sociedad española en general.

“Despacito y buena letra, que el hacer las cosas bien, importa más que el hacerlas” Antonio Machado

 

Enlaces de interés

Foto ilustrativa de intelfreepress en Flickr bajo licencia CC

Citar como:

Iglesias, L.M (2013). “{Qué (x), Cómo (y), Cuándo (z)} o el viejo arte de enseñar… con tabletas (t) digitales. Boletín SCOPEO Nº 78. 15 de Febrero de 2013. En línea:   [Consulta: dd/mm/aaaa]

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